Crónicas

En cada volante, una oración: la Virgen del Carmen guía los caminos de Colombia

Desde Pasto hasta los rincones más olvidados de la geografía nacional, los conductores celebraron con caravanas, música y devoción a su patrona, la Virgen del Carmen. La fe se mantiene intacta en cada arranque de motor y en cada regreso seguro a casa.

Amaneció con rezos. En cada terminal, en cada esquina donde se toma el primer tinto, se escuchó una plegaria corta, sencilla, pero cargada de esperanza: «Virgencita del Carmen, condúcenos con bien.» En Pasto, como en tantas otras ciudades del país, los conductores celebraron con orgullo y alegría la fiesta de su patrona, una tradición que se conserva como si el tiempo no pasara y que recuerda que, para quienes viven en la carretera, la fe también es una forma de dirección.

Las caravanas iniciaron desde temprano: buses adornados con globos, banderas y flores se desplazaron por las calles del sur hasta el centro de la ciudad. Algunos hacían sonar las bocinas como una forma de saludar al cielo, otros acompañaban el trayecto con música tradicional, y todos llevaban un mismo mensaje: gracias, Virgen del Carmen, por acompañar cada viaje.

Jhonny Olmedo Guerrero, con más de 20 años al volante, no necesitó micrófono para expresar lo que sentía: “Este oficio se convirtió en mi vida. La Virgen me ha cuidado en cada curva, en cada tormenta, en cada madrugada donde el cansancio aprieta pero uno sigue, porque sabe que hay gente esperándolo”. Y como Jhonny, más de 400 conductores en Pasto revivieron, por un día, el orgullo de un oficio que a veces se olvida, pero que nunca deja de ser vital.

Esta fiesta, que se celebra cada 16 de julio, no conoce fronteras. En Chocó, en Boyacá, en Antioquia y hasta en los pueblos polvorientos del Caribe, los conductores también detuvieron su jornada para rendir homenaje a su protectora. En parroquias humildes, en capillas improvisadas con lonas y sillas plásticas, se repitió el mismo ritual: una misa, una caravana, una canción, una vela encendida por los que se fueron y por los que aún siguen recorriendo las rutas del país.

“Más allá de la celebración, este día es un acto de memoria. Es volver a creer, es agradecer por la vida prestada, por el trabajo digno y por los hijos que nos esperan en casa”, decía conmovida Mónica Enríquez, vocera de Autobuses del Sur, mientras repartía estampitas de la Virgen entre los conductores.

Porque en Colombia, donde muchas veces la vida parece una carretera sin señales, hay quienes encuentran en la fe una forma de no perderse. Y en cada espejo retrovisor cuelga una imagen de la Virgen del Carmen, no como un adorno, sino como un recordatorio silencioso de que alguien vela por ellos en medio del polvo, la lluvia o el calor del asfalto.

En esta fecha especial, Colombia entera se llenó de motores encendidos por la fe, bocinas que retumbaban como salmos y manos al volante que también saben persignarse. Porque donde va un conductor, va también una historia. Y en cada historia hay una mariposa que resiste, vuela y guía… incluso cuando el camino es cuesta arriba.

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