Vida cotidiana

Colombia celebra la fiesta de  Virgen María 

Fotografía tomada de internet
  • Cada 13 de mayo, miles de fieles en Colombia y el mundo recuerdan la primera aparición de la Virgen María en Fátima. La devoción mariana cobra vida en rezos, procesiones y gestos de fe, que en muchos rincones del Colombia se convierten en verdaderas fiestas populares

 “El 13 de mayo la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iría”. Así comienza una de las oraciones más queridas por los fieles católicos, especialmente en Colombia, donde la devoción a la Virgen del Rosario de Fátima ha echado raíces profundas. En pueblos, veredas y ciudades, este día se celebra con rosarios, procesiones y promesas cumplidas con fervor.

La historia se remonta a 1917, cuando tres pastorcitos portugueses —Lucía, Francisco y Jacinta— afirmaron haber visto a la Virgen María en un campo cercano a su aldea. Aquella aparición marcó el inicio de una serie de mensajes que, según la tradición, llamaban a la conversión, al rezo del rosario y a la paz mundial.

En Colombia, esta devoción no solo es religiosa, sino también cultural. Las comunidades organizan caminatas marianas, novenas y vigilias que reúnen a familias enteras. En municipios como Chiquinquirá, Jericó, Popayán o Ipiales, los templos se llenan y los altares se visten de flores blancas y velas encendidas.

Muchos creyentes aseguran haber recibido favores o milagros por intercesión de la Virgen de Fátima. Agradecidos, regresan cada año el 13 de mayo a los santuarios o ermitas, llevando ofrendas, fotos o cartas con sus historias de fe. No faltan los que caminan descalzos, en silencio, como acto de penitencia.

Los niños también participan: se visten de pastorcitos, recitan plegarias y aprenden el significado de los misterios del rosario. En algunos colegios, ese día se convierte en jornada de reflexión y oración colectiva, donde se promueve el valor de la paz y la esperanza que María representa.

La presencia mariana ha sido especialmente fuerte en tiempos difíciles. En momentos de conflicto o incertidumbre, los colombianos han buscado consuelo en la Virgen. Su imagen se ha elevado como símbolo de fortaleza espiritual, capaz de unir a comunidades enteras en torno al amor y la solidaridad.

Aunque la festividad tiene raíces portuguesas, en Colombia se ha enriquecido con elementos propios: cantos populares, tambores, letanías al ritmo de bambuco o guabina, y hasta comidas típicas que se comparten en los atrios de las iglesias. Es una mezcla de religiosidad y tradición que hace parte del alma popular.

Cada 13 de mayo, los cielos parecen abrirse sobre Colombia. No solo para recordar una aparición, sino para reafirmar un vínculo profundo entre el pueblo y su fe. Como dice la oración: “Ave, ave, ave María”, un canto que se eleva con la esperanza intacta de un país que, pese a todo, no deja de creer.

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