Salud

Ley de Salud Mental entra en vigencia

Aunque la nueva normativa busca fortalecer la atención emocional en Colombia, el fracaso de la reforma de salud del gobierno Petro ha profundizado una crisis que afecta a EPS, clínicas y ciudadanos. El mayor perdedor: la gente de a pie.

esde el 25 de junio de 2025 está vigente en Colombia la nueva Ley de Salud Mental, una ambiciosa iniciativa que busca transformar la atención emocional desde una visión preventiva, comunitaria y pedagógica. La normativa promete mejorar el acceso, especialmente en colegios, hogares y zonas rurales, mediante redes mixtas, campañas educativas y agentes comunitarios.

Sin embargo, su entrada en vigencia coincide con un panorama oscuro: la fallida reforma a la salud del presidente Gustavo Petro ha generado una crisis aún más profunda en el sistema. EPS desfinanciadas, clínicas sin recursos y miles de pacientes sin atención oportuna reflejan un colapso estructural que ninguna ley, por bien intencionada que sea, puede resolver por sí sola.

El ciudadano común es quien más ha perdido en medio de la incertidumbre institucional. Mientras se habla de salud mental en el papel, en la práctica muchos colombianos no tienen garantizado ni lo básico: una cita médica, un medicamento o una atención en urgencias.

Aunque la Ley de Salud Mental representa un paso importante, su impacto dependerá de una estructura sólida que hoy no existe. Sin sistema, no hay garantía de derechos. Y sin resultados, las promesas quedan en el aire.

La Ley también plantea la creación de centros comunitarios de escucha y diálogo, así como la vinculación de docentes, líderes sociales y cuidadores en la detección temprana de trastornos mentales. Pero sin una financiación clara y con un sistema colapsado, muchos temen que esta política termine siendo otra ley bonita sin dientes, como tantas que han pasado por el Congreso sin ejecución real.

Mientras tanto, el desgaste emocional de los colombianos sigue en aumento: la violencia intrafamiliar, la depresión, el suicidio y la ansiedad crecen sin control, sobre todo en zonas golpeadas por el conflicto, la pobreza y el abandono estatal. En un país donde ir al médico ya es una odisea, pensar en salud mental parece un lujo, cuando debería ser una prioridad.

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