Crónicas Región Andina

Camilo Orjuela, el  campesino que volvió influencer para defender el campo

  • Camilo Orjuela, un joven campesino de Cajamarca, Tolima, convirtió las redes sociales en su mejor herramienta para conectar a agricultores con consumidores y para recordarle al país la dignidad de la vida campesina. Hoy, bajo el nombre de «El Agricultor», moviliza miles de personas que encuentran en su voz, la voz del campo olvidado.

Camilo Orjuela nunca pensó que una semilla sembrada en tierra fértil pudiera, años después, germinar en redes sociales y cosechar miles de seguidores. Su historia comienza en Icononzo, sur oriente del Tolima, donde nació siendo el menor de cinco hermanos en una familia acostumbrada a vivir de lo que da la tierra, pero también a cargar con el peso de sus injusticias.

«Éramos conocidos como “los hijos del frijolito», dice Camilo con una sonrisa nostálgica, al recordar cómo recorría con su padre y sus hermanos las calles del pueblo vendiendo los bultos que cosechaban. «Mi papá José Orjuela sabía mucho de frijol, y eso fue lo que nos sostuvo», añade.  

Pero también recuerda los días en que el sol no sólo quemaba la piel, sino los sueños, cuando había que madrugar para arriar vacas, cortar leña y caminar largo rato para llevar la comida al tajo donde trabajaba el papa, entre cultivos y esperanzas.

De campesino a comunicador del campo

A los 10 años, la familia debió dejar Icononzo y mudarse a Melgar. Fueron años donde Camilo se alejó de la tierra y sus rutinas, pero no de la identidad campesina que ya llevaba arraigada. La vida lo llevaría luego a Cajamarca, denominada la Despensa Agrícola de Colombia, donde volvió a reencontrarse con el trabajo del campo. 

Fue allí donde aprendió de nuevo a sembrar junto a su papá y a enamorarse de las montañas, los surcos y los amaneceres. «Aquí la gente ama su tierra, y ese amor se me pegó», confiesa. Sin embargo, no todo era cosecha: también vivieron la crudeza de una sociedad que sigue dándole la espalda al campesinado.

La crisis que lo llevó a las redes

El punto de quiebre llegó en 2020, cuando la pandemia arrasó con todo. No solo con la tranquilidad, sino también con los sueños de muchas familias campesinas. El frijol, su sostén, ya no valía nada. «Costaba más sembrarlo que venderlo», recuerda Camilo. Mientras el costo de producción superaba los 700 mil pesos, apenas se pagaban 300 mil por carga.

Frente a la ruina, la familia Orjuela, junto a otros agricultores, decidió llevar el frijol a Ibagué y venderlo directamente en el Parque Murillo Toro. Fue ahí, entre bultos, pancartas y esperanza, donde Camilo se dio cuenta del poder que podía tener un celular: grabó, publicó y habló desde el corazón. Así nació «El Agricultor», no como una marca, sino como una causa.

«Lo que hicimos se volvió viral. Gente de muchas partes nos empezó a apoyar, a preguntar cómo podían comprar directo a los campesinos», cuenta. A partir de ese momento, las redes se convirtieron en la nueva plaza de mercado, pero también en el escenario donde se denuncia la injusticia, se enseña la vida rural y se defiende la dignidad campesina.

Un puente entre el campo y la ciudad

Camilo no paró. Con la misma pasión con la que se aferra a la tierra, comenzó a mostrar la cotidianidad del campesino, las técnicas ancestrales de cultivo, los rostros de los hombres y mujeres que ponen la comida en nuestras mesas.  

«El agricultor no soy solo yo. El agricultor es esa gente que se levanta todos los días a trabajar la tierra», dice con firmeza, mientras reconoce que su familia ha sido el mayor apoyo: su padre José, su madre Paulina, sus hermanos Manuel, Paola, Andrea, Milena, y su novia Sophia, quien se ha vuelto cómplice inseparable en esta misión.

Hoy, más de 750 mil personas siguen su página de Facebook, donde además de contenido educativo, ha gestionado ayudas, como útiles escolares para niños campesinos, y ha visibilizado historias de vida que de otro modo no tendrían micrófono.

«Me volví un puente para la gente que le toca duro», dice, con una mezcla de humildad y orgullo.

El valor del contenido que siembra conciencia

Pero también lanza un llamado a quienes consumen contenido en redes:  

«Apoyen el contenido que busca dejar un mensaje bonito. Es muy difícil surgir cuando uno no hace chismes ni morbo. A la gente le gusta lo viral, pero debemos empezar a valorar lo que nos enseña y nos une».

Camilo sabe que su lucha es grande: defender el campo en un país que lo olvida, que le da la espalda a quienes cultivan la tierra, pero también defender la cultura campesina, hoy reconocida como patrimonio inmaterial de la nación, pero aún relegada en derechos y oportunidades.

Sembrando futuro

«El Agricultor» no es solo una página. Es una semilla que ya germinó y ahora crece como un árbol robusto, donde muchos se refugian y aprenden. Es la voz de los que no han tenido voz, de los que madrugan cuando la ciudad duerme, de los que siembran mientras otros se quejan de la vida.

«Quiero que los jóvenes no le den la espalda al campo. Que sepan que también es un lugar de oportunidades y de vida digna», dice Camilo, mientras se acomoda el sombrero y mira el horizonte verde que tanto ama.

Así es Camilo Orjuela: un joven campesino, un comunicador de la tierra, un «influencer» del campo colombiano que decidió ponerle cara, nombre y corazón a una lucha que nos pertenece a todos.

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